Perdona mi atrevimiento al escribirte,
pero necesitaba deshojar mis ramas,
siendo otoño en mí cuando es invierno,
pues necesitaba cantarte mis anhelos y esperanzas,
necesitaba saberte cuando tu ausencia se ha convertido en mi infierno.
Nena, nenita amada llena mi cerebro de elocuencia,
para que cuando estés acostada a mi lado vuelva a sentir tu latido.
Tu corazón tan fuerte parecido al mío, aunque despedazarse quiere,
pero morir no quiere, morir no puede, necesita tu sonrisa,
la misma que iluminaba mi casa por días mi pequeña cupido,
cuando me traías desde allá en tu morada, algo de tu fresca brisa;
que me llenaba de emoción el alma de a montones.
Pero hoy siento que no te merezco porque tu ausencia me avisa,
tanto como me advierte, así como todas las noches sin dormir,
ay mi niña como te había colmado de canciones,
y ni una sola era suficiente para explicar lo doloroso de mi sentir.
Ausente de ti por un tiempo, con el corazón despellejado,
rasgado de un lado suficiente, como para morir de dolor,
para que mi corazón se convierta en una bomba de tiempo,
sin tu calor en mi casa recorriendo mi ángel cada rincón,
por toda la casa veo tus imágenes y yo me veo sentado y lisiado;
lisiado del alma, de la cabeza, de los pensamientos y del corazón,
con la aorta carcomida yaciente y diabética mente insanable.
Padezco una vida complicada,
y un corazón que va a reventar,
un corazón que va a morir si no tiene tu cura,
y en las noches que tenga tu canción,
y que me digas papá de nuevo y yo te obsequie mis contiendas,
y mis luchas, pelear la vida con tu infinita dulzura,
eres tu mi motor, tu mi creación y mi mas grande inspiración,
niña de oro, niña de amor constante, espero que entiendas,
sé que algún día lo harás, me perdonarás y con ello la vida misma.
Alberto Landeros
Poeta acapulqueño (México), nacido el 29 de octubre de 1982.