Mis raíces me atrapan, me pegan al camino
y yo intento escapar, burlando mi destino
que se encierra en su concha de puro magnetismo,
pero sólo desplazo, mis enmarañados nidos.
Tus canciones me llevan a tu mar, por el mío,
buscando la penumbra que alumbraba el camino.
Y alcanzo a ver la noche, con sus luces de hilo,
como cuando cantaba y nadaba en mi río.
Lugo me desperté, y caminé dormido,
buscando entre la gente, tu rostro conocido.
Pero me desespero y no encuentro el camino
que me conduzca a ti, como una espiga al trigo.
Y acierto a ver el día con sus rojos racimos,
que avanza a toda prisa, a situarse al estío
y yo me quedo sólo, sin saber dónde has ido,
mientras tú te desplazas, y se queda el vacío.
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