Avanzo desde el olvido que me acaricia la frente,
despacio camino ausente, sin temor ante el vacío,
rebuscando el lado frio, de la conciencia latente.
Y mi paso es decidido, y mi decisión valiente
y mi sueño arrepentido que alcanza al hombre decente
Por eso camino yo, sólo entre toda la gente.
Gritos verdes, verdes gritos, de vergüenza patriotera
saltan voraces y fieras, hacia el cuello de la gente.
Mi mano sujeta fuerte la hoz que todo lo invade
y siento entre sus frialdades el calor del trigo limpio,
por sentir siento hasta el niño despojado de alamares
Coraza y yelmo hundido, tú que fuiste mi otra piel,
desapareces después de ganar esa batalla
con la misma rapidez que esconde su faz el canalla.
Pero tú no eres mortal, tus metales me protegen
con la misma frialdad que los panes y los peces.
Todo este mundo es tan bello como feo su destino
La gente pisa la hierba, se sale ya del camino
ese que marca la senda de los enanos convictos.
La luna pierde su faz de filo de un gran cuchillo
y las flores palidecen con la blancura de un niño.
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